La Terapia Ocupacional y el TEA

La vida está llena de actividades y ocupaciones como son pasear al perro, hacer la comida, hablar por teléfono, ir al colegio, lavar la ropa, pintar, jugar… Las ocupaciones son parte de la vida, describen quiénes somos y cómo nos sentimos con nosotros mismos. Las ocupaciones ayudan a darle un sentido a la vida.
Cuando no podemos participar en las ocupaciones diarias debido a diferentes causas como una lesión, enfermedad, discapacidad o circunstancias sociales o ambientales, los terapeutas ocupacionales nos pueden ayudar a encontrar soluciones para realizar las actividades que son significativas para nuestra vida.
Además, la terapia ocupacional también ayuda a prevenir discapacidades o enfermedades y mejora la forma en la que participamos en nuestra comunidad.

¿CÓMO AYUDA LA TERAPIA OCUPACIONAL A LAS PERSONAS CON TEA?
Los terapeutas ocupacionales utilizan su conocimiento sobre el procesamiento sensorial, el desarrollo motor oral, fino y grueso y el análisis de la actividad para apoyar el aprendizaje y la participación en actividades de las personas con TEA.
Aportan una perspectiva única e integral en el tratamiento de personas con TEA, ya que cuentan con la formación y experiencia necesarias para
evaluar e intervenir, tanto de forma directa como a través de la educación a familiares. De esta forma, estos profesionales
van a trabajar fundamentalmente para que la persona consiga sus objetivos en las áreas de procesamiento sensorial, desarrollo motor e independencia en actividades diarias en todos los entornos en los que participa en su día a día.

Algunos de las funciones de los terapeutas ocupacionales son:

Ayudar a los clientes a lograr una independencia y un bienestar óptimos, teniendo en cuenta sus objetivos, intereses y motivaciones personales.

Evaluar habilidades y crear planes de intervención para promover la participación del individuo dentro de su rutina diaria.

Proporcionar metas adecuadas para el desarrollo relacionadas con el juego, las
interacciones sociales, las habilidades motoras, el cuidado personal, etc.
Apoyar el aprendizaje y la participación a través de su conocimiento del procesamiento sensorial, desarrollo motor oral, fino y grueso y análisis de la actividad.

Recomendar modificaciones o adaptaciones en las actividades y el entorno para ayudar a las personas con TEA a participar en actividades en el hogar, en la escuela/trabajo y en la comunidad.

Desarrollar habilidades vocacionales y explorar opciones de vida independiente.

Contribuir a equipos interdisciplinares que pueden incluir psicólogos, logopedas, psiquiatras, neurólogos, fisioterapeutas, trabajadores sociales, maestros, profesores y orientadores educativos.

¿CUÁNDO SE RECOMIENDA UNA VALORACIÓN DE TERAPIA OCUPACIONAL?
A veces resulta difícil saber cuándo necesitamos un Terapeuta Ocupacional. Como regla general, siempre que nuestras habilidades motoras (orales, finas y gruesas) o nuestro procesamiento de la información sensorial nos impida participar adecuadamente en nuestras actividades del día a día, se recomienda hacer una valoración de estas características.

El o la Terapeuta Ocupacional evaluará cada caso de forma individual a través de entrevistas, cuestionarios y diversas pruebas de evaluación y determinará si el usuario se puede beneficiar o no de este tratamiento.

Algunos ejemplos de personas que podrían necesitar Terapia Ocupacional y que, por lo tanto, se recomendaría una valoración para determinar si pueden beneficiarse del tratamiento son:

Niñ@ que busca constante movimiento, dicen de él/ella que “no para quiet@ y le cuesta centrarse en el colegio”, en casa está todo el rato moviéndose, permanece sentad@ muy poco tiempo.

Niñ@ que es muy selectiv@ con la comida. Sólo come alimentos con una determinada textura y lo pasa mal cuando se le presenta un alimento que no ha probado.

Niñ@ cuyo maestro nos dice “tiene muy mala letra. No se entiende lo que escribe”. Además, puede tener problemas al realizar actividades de recortado o dibujo en el cole.
Niñ@ que no quiere tocar determinadas texturas. No le gusta caminar descalz@ por la arena o el césped, llora cuando le echamos crema, le molestan las etiquetas de la ropa o que le cortemos las uñas o el pelo.

Niñ@ que tiene problemas para dejar el pañal. Hace pipí en el váter, pero no caca. Parece que retiene la caca voluntariamente.

Adolescente con dificultades en actividades de autocuidado. No sabe abrocharse los botones, cordones, peinarse, lavarse los dientes, etc. También adolescentes que comienzan a aprender actividades como barrer, poner la lavadora, fregar los platos, comprar el pan, etc. y tienen dificultades para aprenderlas.

Adulto que quiere aprender actividades más complejas como coger un autobús, cocinar, planchar, etc.

Adulto cuyo lugar de trabajo presenta unas características sensoriales que no le permiten concentrarse (mucho ruido, luces fuertes, silla incómoda…). Haciendose necesirio adaptar el puesto de trabajo

 

Artículo elaborado por: Virginia Rivas (Terapeuta Ocupacional)

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