En el post anterior estuvimos iniciándonos en el trabajo de la Teoría de la Mente, hablando sobre los hitos evolutivos y sobre la necesidad de comenzar por los precursores que permitirán el éxito de las personas con TEA en sus relaciones sociales, sin reducirla simplemente al trabajo de las falsas creencias.
Este trabajo es de vital importancia, puesto que las personas con autismo suelen presentar las siguientes dificultades:
- Para compartir algo que le llama la atención.
- Para darse cuenta de las intenciones de los otros, predecir sus conductas y conocer las verdaderas razones que los guían.
- Para entender las emociones de los demás, llevándolos a presentar pocas reacciones empáticas.
- Para comprender cómo sus conductas pueden afectar a otras personas e influirán además en lo que los demás piensan de él y de su comportamiento.
- Para tener en cuenta lo que la otra persona sabe.
- Para “leer” el nivel de interés del oyente.
- Para entender el sentido figurado.
- Para engañar o comprender el engaño, la ironía o la burla.
- Para interpretar las claves sociales y comprender de forma correcta las interacciones sociales.
Se nos plantea ahora una pregunta, ¿las personas con TEA pueden mejorar sus habilidades mentalistas? Y ¿cómo podemos hacerlo?
Para poder favorecer que nuestros chicos sean eficaces mentalistas, debemos:
- En primer lugar comenzar a trabajarlo en una etapa temprana, comenzando así con los precursores.
- Seguir siempre un enfoque evolutivamente coherente, es decir sin adelantarnos a los hitos evolutivos.
- Emplear claves visuales.
- Poder trabajar la generalización en contextos naturales.
Algunos ejercicios para poder comenzar a trabajar con nuestros peques en casa son:
- Crea una rutina, y después rompela o para antes de acabarla, buscando que el niño te mire a los ojos ante esa “sorpresa”. Por ejemplo, si jugamos al «cucu-trás» o algo parecido, si el niño está acostumbrado a que después del «trás» vienen las cosquillas, intentaremos no decirlo para que utilice su mirada. Así cuando el niño nos mire, lo reforzaremos con las cosquillas. Si le cuesta mirarnos, nos pondremos a su altura, buscando su mirada para que, aunque sea al principio, nos mire por un segundo para aprovechar y reforzar.
- Pon objetos en lugares insospechados. Los niños con TEA suelen ser muy observadores y se dan cuenta de los cambios que se hace en una habitación, por lo que lo utilizaremos para que el niño utilice ese contacto ocular para expresar y llamar nuestra atención. Por ejemplo, pondremos la silla encima de la mesa para que cuando llegue al salón se lo encuentre, y volveremos así a propiciar que nos mire, poniéndonos a su altura y haciendo gestos muy exagerados.
- Jugar a la bolsa mágica. Este juego les encanta, pues consiste en guardar en una bolsa opaca objetos que les gusten mucho. Así, los iremos sacando uno a uno, provocando su interés y su contacto ocular, trabajando una vez más la atención conjunta.
- Ponernos en la cabeza o en la cara cosas “raras”, pelucas, una nariz de payaso, un sombrero, pintarnos la cara…
- Con el todo poderoso pompero. Éste es el juguete estrella de nuestras intervenciones, porque suele gustar a todos los niños, y porque se pueden trabajar muchas cosas a la vez, como la comunicación, el señalado o también la atención conjunta. De igual forma podremos utilizarlo para provocar reacciones de asombro en el niño, propiciando el contacto ocular.
- Otro objeto maravilloso suele ser el globo, siempre y cuando nos aseguremos de que no le da miedo. Así, podremos jugar con él, soltándolo cuando contamos hasta 3, y luego parar esa rutina, para buscar siempre el contacto ocular del niño.
Cuando tengamos ese primer contacto ocular, intentaremos alternarlo mirando al niño y mirando y señalando al objeto que ha generado esa emoción, esa sorpresa, para conseguir la verdadera triangulación propia de la atención conjunta.
Muchas veces, la búsqueda de algo que llame la atención del niño puede ser una labor tediosa… sí así fuera, os animo solamente a observar qué hace el niño, a qué juega…
Recuerdo cuando con uno de nuestros chicos, tras varios intentos frustrados ofreciéndole juguetes súper chulos (para mí), que no conseguían llamarle la atención, me paré simplemente a observar. Y vi lo que realmente le gustaba ¡las sombras que hacía cuando pasaba de un lado a otro en la pared! Después de eso, sólo tuve que gestionar esas sombras y darle juguetes que provocarán más de lo mismo, para poder yo ofrecerle ese reforzador y lograr que me mirara, me pidiera o me señalara…
¡Mucho ánimo y manos a la obra!